

Mi madre comenzó a ejercer la prostitución clandestinamente, esto es a escondidas de mi padre, que no se enteraba de nada. Y os puedo asegurar que no le faltaron los clientes.
Hasta que, por mediación de un conocido, amigo del jefe de mi tío Paco, se pusieron en contacto con un empresario Alemán llamado Sr. Thompson, un empresario que se dedicaba a actividades relacionadas con el negocio del sexo, quien tras numerosos encuentros sexuales, en los que mi madre entregó a ese hombre todo lo que él esperaba recibir de ella, hizo ver, a mi tío y a Andrés, el enorme potencial de negocio que la puta de mi madre podía ofrecerles.
Pero había una pega desgraciadamente. Y es que, la zorrita no podía dedicarse al negocio con plena libertad. Mi padre les estorbaba.
Así que este hombre les propuso que la única y mejor opción para solventar el problema era eliminarlo.
Y pronto idearon un perverso plan para acabar con mi padre. Tras proponer a mi madre si realizarlo y estar esta de acuerdo, decidieron ponerlo en marcha. Por supuesto que la parte más emocionante y determinante correría a cargo de mi propia madre, que sería la encargada de ejecutar el plan.
Pero para eso tenían que prepararla mental y anímicamente, y para eso tuvo que quedarse embarazada, pero eso es otra historia.
El Sr. Thompson, que resultó ser miembro de la Iglesia Satánica, introdujo a mi tío Salvador en esta religión, haciéndole entender las bondades de una filosofía que sacraliza la ambición, el poder, el placer y el materialismo, y con su ayuda consiguió hacer que mi madre ingresara en esta comunidad. Ella, que tras varios meses iniciándose en los secretos de la religión Satánica, comprendió que aceptando lo que la figura simbólica de Satanás significa, alcanzaría la felicidad entregándose, sin ningún remordimiento ni prejuicios morales, al goce y disfrute de los placeres terrenos, no lo dudó y pidió voluntariamente ingresar en dicha religión, aunque para ello tuviera que someterse al rito de iniciación, durante la celebración de una Misa Satánica. Y fue así como mi madre se convirtió en una perversa Monja Satánica.
Una vez liberada de todos los prejuicios morales, mi madre se dispuso a ejecutar el perfecto plan diseñado para quitar a mi padre de la circulación. Y el plan no era otro que el que mejor se ajusta a una viuda negra. Envenenarlo.
Tras la celebración de un ritual de destrucción, el Sr. Thomson le facilitó a mi madre un pequeño tarro de cristal que contenía un liquido incoloro, inodoro e insípido que tenía la propiedad de ser metabolizado muy rápidamente y no dejaba rastro alguno en el cuerpo de la victima, siempre que la dosis se ajustara a lo recomendado. El veneno era de origen vegetal, mezclado con las secreciones de un tipo de insecto, que previamente se había destilado, y cuyos efectos eran indoloros, pero que provocaban en la victima un deterioro, relativamente rápido y progresivo de la salud que finalmente desembocaba en la muerte del sujeto.
Mi madre, animada por los hombres que ahora la poseían, comenzó a proporcionar el veneno a mi padre poniéndoselo en cualquier liquido que ingería, y que ella se apresuraba a prepararle cada vez que el muy ingenuo lo pedía.
El efecto del liquido no se izo esperar. Tras un par de semanas ingiriendo las dosis establecidas, mi padre comenzó a sentirse débil y apático. Al mes dejó de trabajar, y aunque visitó al médico, este creyó que mi padre había sido afectado por alguna extraña enfermedad para la que no se conocía remedio alguno, y que, afortunadamente, no pudo hacer nada por salvar su jodida vida.
El muy cabrón aguantó casi un año. Para cuando lo vinieron a ingresar en el hospital, ya fue demasiado tarde para él. El veneno había hecho su trabajo y mi padre falleció sin que nada pudieran hacer por él.
Durante el tiempo que mi padre estuvo enfermo, mi madre continuó prostituyéndose y engrosando las cuantas corrientes de sus dos amantes. Y cuando la enfermedad de mi padre estuvo avanzada y prácticamente se pasaba el día en la cama, la muy puta dormía con ellos en nuestra propia casa, en su habitación, ya que habíamos puesto a mi padre en un pequeño cuarto justo al lado para que no estorbara.
Seguro que el pobre infeliz oía casi todas las noches los gritos y gemidos de mi madre, así como los bramidos de placer de su hermano Salvador y de su compañero y amigo Andrés cuando se la follaban de forma salvaje hasta altas horas de la madrugada. Yo, que disfrutaba con aquello, me masturbaba junto al cuarto, oyendo los lamentos de mi padre, que se mezclaban con los gemidos de placer de mi madre.
A mis otros tres hermanos se los llevaron mis tías, las igualmente viciosas hermanas de mi madre, mientras yo, conocedor de los secretos de mi progenitora, permanecí junto a ella, ayudando en la ejecución del plan y gozando, de cuando en cuando, de los encantos de esa mujer fatal que es la puta de mi madre.
Y hasta aquí la última entrega de la “breve biografía de la puta de mi madre”. El resto de episodios de su excitante vida como viciosa prostituta, la podrán ir siguiendo en próximos relatos que periódicamente iré publicando
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